Miraba con envidia a los pasajeros que desfilaban rÃtmicamente frente a él, sólo detenidos temporalmente por el detector; 3 segundos, y después continuaban. VeÃa esa emoción en cada uno de ellos. Parcialmente oscurecida por los nervios y el hastÃo del control de seguridad, sÃ, pero emoción al fin de al cabo. PodÃa percibir la ilusión del que toma las tan ansiadas vacaciones.
Le atormentaba tener que trabajar para que otros pudieran viajar. Sobre todo, tener que aparentar que lo hacÃa con agrado, casi por placer. PolÃtica de empresa, siempre sonriendo. En realidad no envidiaba el hecho de que los otros fuesen a conocer parajes exóticos, pues cuando el tomaba vacaciones apenas se movÃa 15 km de su pueblo para ir a pescar al lago. Tampoco el hecho de estar de vacaciones, pues los periodos de inactividad acababan por aburrirle. Envidiaba, pura y simplemente, la felicidad ajena.